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Por que el cielo era oscuro de noche?

¿Por qué el cielo era oscuro de noche?

En 1823, al plantear su paradoja de manera formal, Olbers propuso como solución que el cielo era oscuro de noche porque “algo” en el espacio bloqueaba la mayor parte de la luz estelar que debía llegar a la Tierra. Su planteo no difería demasiado del de Chéseaux, y durante los cien años siguientes la paradoja no fue discutida.

¿Por qué el cielo de las estrellas es negro?

Esta pregunta se la hicieron astrónomos de la talla de Kepler, Halleyy Cheseaux, pero no encontraron una respuesta satisfactoria. Cualquiera puede ver que durante la noche el cielo que hay entre las estrellas es negro, hecho que aparentemente contradice que el Universo sea infinito.

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¿Por qué el cielo se ve rojo?

Este se ve rojo porque las diminutas partículas de polvo del aire, la contaminación y los aerosoles también son elementos que dispersan la luz azul y permiten el paso de los colores rojo y amarillo a través de la atmósfera. ¿El cielo también es azul en otros planetas? ¡Todo depende de lo que haya en la atmósfera!

¿Por qué vemos el cielo de color azul?

La luz del Sol llega a la atmósfera de la Tierra y se dispersa en todas direcciones por los gases y las partículas que se encuentran en el aire. La luz azul se esparce más que el resto de los colores porque viaja en olas más cortas, más pequeñas. Este es el motivo por el cual casi siempre vemos el cielo de color azul.

¿Por qué la noche es negra?

La noche es negra porque el Universo es joven. Ya no creemos que el Universo es newtoniano y estático. Ahora pensamos que es relativista y en expansión. El universo no sólo es finito en tamaño, también es finito en edad: nació hace unos 15 mil millones de años en esa fantástica explosión llamada Big Bang. Comenzó en un punto único y se ha ido

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¿Por qué el cielo oscuro no encajaba?

El cielo oscuro se pensaba entonces como un enorme lienzo… en el que brillaba intensamente una cantidad infinita de estrellas. Pero entonces algo no encajaba, como bien apuntó el escritor Edgar Allan Poe en un ensayo titulado «Eureka»: